martes, 6 de mayo de 2008

PADECE HIPERTENSIÓN EL UNO POR CIENTO DE LOS NIÑOS MEXICANOS EN EDAD ESCOLAR


· El tutor de la maestría en Ciencias Médicas de la UNAM, Carlos Alva Espinosa, dijo que en adultos el estándar de presión es 120-80, mientras en un recién nacido es de 65-50

· De acuerdo con datos de la Secretaría de Salud, en México 30 por ciento de los jóvenes mayores de 20 años la padece; en Estados Unidos la cifra alcanza 50 millones

· Es más complicado prevenir y controlar este padecimiento en las poblaciones más jóvenes, aseguró el investigador de la Facultad de Psicología, Benjamín Domínguez

· Propicia el desarrollo, entre otras, de ateroesclerosis, insuficiencias cardiaca y renal, alteraciones en la visión y accidentes vascular-cerebrales o infartos cardiacos

Se estima que el uno por ciento de los niños mexicanos en edad escolar padece hipertensión arterial, afirmó el tutor de la maestría en Ciencias Médicas de la UNAM, Carlos Alva Espinosa.

Es un problema serio y costoso en materia de salud. En Estados Unidos, se calcula que 61 millones de personas sufren en alguna forma de una enfermedad cardiovascular, y de ese total, 50 millones tienen presión arterial elevada. En México, de acuerdo con datos de la Secretaría de Salud de 2003, el 30 por ciento de los jóvenes mayores de 20 años la padece.

Este trastorno, explicó Alva, es la elevación de la presión por arriba de lo normal. En los menores debe remitirse a tablas establecidas de valores; entre más pequeños es más baja. Por ejemplo, en los adultos el estándar es 120-80, mientras en un recién nacido es de 65-50.

No obstante, agregó, las cifras normales no son absolutas ni constantes; son más bajas al amanecer y más altas luego del desayuno, cuando se está listo para trabajar, en el caso de los mayores. El sistema cardiovascular, como todos los biológicos, es cambiante.

En caso de duda, sostuvo, puede realizarse un monitoreo, a través de un dispositivo que registra la presión arterial durante todo el día. Una vez analizados los datos en la computadora, se sabe con mayor certidumbre si el individuo tiene registros anormales.

La primera causa de ese problema de salud en los menores es renal: por parénquima, glomerulonefritis, tumores o quistes, entre otros, y representan el 50 por ciento de los casos. La otra mitad se presenta fundamentalmente por coartación de la aorta, o por origen metabólico, cerebral e inmunológico, como el lupus, y renovascular, que es el segundo más importante, explicó.

No es frecuente encontrar este padecimiento en infantes, en comparación con los adultos: afecta de 10 a 15 por ciento de este segmento, indicó el también jefe del Departamento de Cardiopatías Congénitas del Hospital de Cardiología Dr. Luis Méndez, del Centro Médico Nacional Siglo XXI del Instituto Mexicano del Seguro Social.

Este padecimiento se clasifica en dos grandes grupos, dijo. El primero es aquel sobre el que no se sabe la causa, siendo más frecuente en adultos. Aparece mayormente en la adolescencia, sobre todo en los obesos, y tiene un ingrediente familiar, esto es, participa la genética. El secundario, tiene un origen identificable y se presenta más en los infantes.

Sobre las complicaciones, sostuvo que la hipertensión arterial, sea un infante o un adulto, debe tratarse enérgicamente, porque padecerla favorece el desarrollo, entre otras, de ateroesclerosis, insuficiencias cardiaca y renal, alteraciones en la visión –porque se daña la retina–, y accidentes vascular-cerebrales o infartos cardiacos.

Respecto a los síntomas, destacó que en los niños son difíciles de detectar, pero cuando se presenta una infección urinaria o alteraciones en la orina es conveniente medir la presión. Todos los médicos deberían computarla en los pequeños. Para hacerlo correctamente, el brazalete debe cubrir dos tercios del brazo, porque si es más chico dará lecturas equivocadas o más altas.

El niño obeso y con antecedentes de ese mal que entra a la adolescencia es candidato a sufrir hipertensión toda la vida. En Estados Unidos, se ha hecho el seguimiento a jóvenes con ambas características y al llegar a la edad adulta, continúan igual, añadió Carlos Alva.

La obesidad en la República, aseguró, es cada vez más frecuente, y ello explica el aumento de la hipertensión en jóvenes y adultos jóvenes, convirtiéndose en un problema epidemiológico. Hoy en día, 20 por ciento de los niños en la Ciudad de México presentan esta condición, cuando hace 30 años sólo alcanzaba el uno por ciento.

Por tanto, consideró, la prevención es importante. Hay que tratar a todo enfermo, sobre todo si es joven, sin olvidar que hay que estudiarlo para ver si la hipertensión no es secundaria. Si un niño hipertenso es atendido a tiempo y adecuadamente, se evitan las consecuencias.

Al respecto, el especialista de la Facultad de Psicología, Benjamín Domínguez Trejo, expuso que de 2001 a la fecha ha trabajado en una investigación realizada por Carlos Figueroa, de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Zaragoza, en población estudiantil de entre 16 y 20 años. Hasta el momento, deben haber analizado aproximadamente a 500 jóvenes.

Entre los resultados, informó que se encontró que en un segmento que se suponía saludable, entre 20 y 42 por ciento tiene hipertensión o prehipertensión. En estos últimos no hay presión elevada, pero por el estilo de vida que llevan ­–sedentarismo, alimentación con elevados carbohidratos y sales, y niveles de estrés inadecuadamente manejados–, es probable que presenten ese mal.

Pero no aparece de repente, pues tiene una evolución de cuatro a cinco años. Por ello, la mayoría de los jóvenes analizados han tardado o tardarán entre 10 y 15 años para exteriorizar molestias físicas.

Por eso, comentó, se han enfocado también al diseño de un programa adecuado para quienes no se sienten enfermos ni lo están todavía, basado en la modificación de los factores psicológicos que contribuyen a que una persona pase de un cuadro asintomático de hipertensión a uno sintomático. El propósito es que modifiquen el manejo de estrés y no lleguen al cardiólogo.

En los 60, en la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, se descubrió que la mente puede calmar al cuerpo. Esta idea no era aceptada entonces, sobre todo por los médicos, pero se demostró que la presión arterial elevada disminuía cuando los pacientes aprendían a bajar el nivel de estrés, refirió.

Los psicólogos, expresó Domínguez, producen tranquilidad en el cerebro mediante sencillas técnicas de relajación. Todas tienen en común usar pensamientos emocionales positivos, como el recuerdo de una relación amorosa, una fiesta agradable o unas vacaciones descansadas, por ejemplo. Al ser evocados, se producen cambios en el ritmo respiratorio, disminuye el tono muscular y la frecuencia cardiaca; también hay cambios, ahora se sabe, en el sistema inmunológico, porque si se está tranquilo hay mayor capacidad para defenderse.

Otro hallazgo del especialista Carlos Figueroa, es que las personas con más inclinación a enojarse tienen mayor riesgo de sufrir problemas fatales cardiacos, detalló. Si es iracunda es más fácil que ocurra un proceso ateroesclerótico, cuando las grasas circulantes por las arterias se pegan a las paredes, por ciertos cambios químicos hoy más conocidos. Si además, las personas tienen hipertensión, el riesgo fatal se duplica o triplica.

Como psicólogos, enfatizó Domínguez, lo que se hace “es contribuir primero a la medición cada vez más rápida y exacta de los cambios periféricos y fisiológicos que indican la regulación emocional”. En un minuto, se sabe si una persona tiene esa posibilidad. Esto se analiza con pacientes del Hospital General de México.

Una vez conocido, y si además esa persona tiene hipertensión, se le informa que la condición cardiovascular está en riesgo, que tiene la obligación de dominar su estrés y que si no lo hace tendrá serias consecuencias.

Los niños y jóvenes, resaltó, plantean un manejo donde intervienen los cardiólogos y los psicólogos. A los adolescentes, en particular, es difícil convencerlos, porque no se sienten mal; menos si son niños. No hay conciencia de la enfermedad. Es más complicado hacer prevención y control de la hipertensión en esas poblaciones. No van al médico, y si lo hacen es difícil que atiendan las recomendaciones.

Con la estrategia respectiva, indicó, esperan lograr que al menos la mitad de los que aprendieron a controlar su estrés no lleguen a la etapa sintomática, que observarán hasta dentro de tres o cuatro años.

Créditos: Universidad Nacional Autónoma de México (www.unam.mx)

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1 comentario:

Nuestra Salud dijo...
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